La noche había sido larga; las ganas y la emoción no le habían dejado conciliar el sueño, como un niño pequeño la noche antes de reyes, esperando impaciente a que amanezca para poder descubrir sus regalos. Por fin empezaban a escucharse los primeros cantos de los pájaros; señal de que el sol tardaría poco en asomar.
Incapaz de esperar más, Lucas se levantó y se enfundó el traje de piel, esperando al último momento para ponerse las botas, pues éstas eran ruidosas de por sí y él no quería despertar innecesariamente a su mujer, que se quedaba en la cama, durmiendo, cuando él estaba a punto de embarcarse en ese viaje que llevaba meses esperando.
Una vez listo, se acercó lo más silenciosamente posible a dar un beso de despedida a esa persona que se quedaba allí, durmiendo, pero también aguardando su regreso. Al contemplarla, ahí, dormida como un ángel, ajena en ese momento a todo lo que él podía encontrarse en el camino, se le encogió el corazón… “ten mucho cuidado en la carretera”, pensó para sí mismo, “que ya sabes lo que dejas en casa, esperándote”.
Así pues, bajó al garaje, cargado con alforjas, casco y demás, para sacar la moto y emprender la marcha. En tan sólo unos minutos se había puesto el traje de agua, ya que el tiempo lo aconsejaba, colocado las alforjas y la moto estaba ronroneando, lista y preparada para los kms que harían juntos ese día; un día que había amanecido lluvioso y tal vez para cualquier otra persona, o incluso para el mismo Lucas en otras circunstancias, triste y gris… pero no era el caso, no esta vez. La perspectiva de las horas de moto que tenía por delante, de los cientos de kilómetros que iba a recorrer sin mayor horario que el que él mismo quisiera imponerse, de los amigos con los que se encontraría en destino, teñían todo el día de un amplio abanico de colores y matices.
Y allí estaba ella; su SUZUKi Hayabusa, que le había regalado inolvidables momentos de felicidad, que le había permitido el hacer amigos en tan diversos lugares, gracias a viajes, concentraciones y quedadas, y que había sido en todo momento su mejor aliada contra las condiciones más adversas posibles, esperando, paciente pero dispuesta.
Saboreando cada sorbo de ese gélido aire matinal, aún de madrugada, engranó la primera velocidad, haciendo escucharse en todo el todavía dormido vecindario (o así se lo pareció a él) ese sonoro y característico “clonck” que todo motero conoce y con el que empiezan siempre las mejores aventuras a lomos de una moto.
En unos minutos estaba ya en la gasolinera, donde el dependiente le saludó, casi incrédulo, en una mezcla de sueño y sorpresa, y pocos minutos más tarde emprendía, por fin, tras toda una noche de espera y los preámbulos indispensables, su viaje.
Y era justo entonces cuando despuntaba el alba; el día asomaba tímidamente entre las nubes con unos colores entre anaranjados y rosáceos que destilaban ilusión… dejando la vía secundaria que le alejaba poco a poco de su casa e incorporándose a la autovía para recorrer los pocos kilómetros del día que no iban a ser por carreteras comarcales, Lucas se dirigía a uno de sus puertos favoritos, que había seleccionado cuidadosamente incluyéndolo en la ruta del día para, digamos, empezar con buen pie.
Pasado ese tramo de curvas, en el que encontró aún menos tráfico del habitual dadas las horas que eran y en el que aún seguía asombrándose como el primer día por la belleza de los parajes que lo envolvían, empezaba una zona ya menos conocida. Y así, poco a poco, se alejaba de sus itinerarios frecuentes según los kms pasaban, acompañado en todo momento de esa fina lluvia que había estado presente toda la semana pero que no conseguía empañar su ánimo lo más mínimo.
Después de poco más de 200kms, decidió que había llegado el momento de hacer una parada en una estación de servicio; no era porque la moto necesitase realmente repostar, ya que el consumo resultaba muy contenido a su velocidad de crucero habitual, sinó porque rodar una buena cantidad de kilómetros rodeado de la espesa niebla presente en el último puerto requería una gran concentración y resultaba mucho más cansado, por lo que se imponía la prudencia y ésta obligaba a un descanso, siendo ese, además, uno de los últimos surtidores de la zona que él tenía controlada… y no había que olvidar que había salido de casa antes de lo previsto, así que el tiempo no suponía un problema.
Llenaba el depósito cuando oyó acercarse el inconfundible sonido de una DUCATi junto con otro que parecía, simplemente, el de una japonesa… no tardaron en entrar en la gasolinera las dos motos, ambas cargadas con equipaje y una de ellas, la japonesa que resultó ser una CBR 1000F, llevando “paquete”. Lucas se giró irremediablemente hacia ellos, cerrando el puño para luego mostrarles los dos dedos en forma de “V”, como inequívoco saludo de reconocimiento motero, a lo que ambos respondieron con sendos gestos. Unos minutos después, estaba intercambiando con ellos opiniones e impresiones sobre sus motos, como si de amigos de toda la vida se tratase, mientras el paquete de la Honda les miraba como extrañada de tal familiaridad, y es que si uno no era habitual de este mundo motero, podía resultar desconcertante la camaradería que suele acompañarlo.
Tras aconsejarse mutuamente cuidado, y viendo que la bruma se hacía menos densa, el improvisado grupo se separaba, ya que Lucas seguía adelante con su ruta, pero no pasarían muchos kilómetros antes de que escuchase de nuevo el característico sonido del motor bi-cilíndrico italiano… estaba parado, bajo la lluvia, esperando luz verde en el único semáforo que regulaba el tráfico de la travesía de un pequeño pueblo, cuando se le unieron de nuevo las dos motos que poco antes había dejado atrás, en la gasolinera.
El semáforo dio paso y los tres empezaron una andadura juntos… al poco de salir del pueblo, la lluvia empezó a arreciar y se vio además acompañada de un muro de niebla (si bien, tras lo que había pasado anteriormente, a Lucas aquello le parecía casi hasta sencillo en comparación), lo cual hizo que disfrutase más aún si cabe del tramo de unos 40-50kms que encontró algo más adelante y en que niebla y lluvia dieron tregua por un breve espacio de tiempo; un tramo de curvas rápidas enlazadas que discurrían por un precioso paisaje y en que el asfalto, a pesar de estar húmedo, daba confianza por el buen agarre y estaba además limpio por los muchos, seguidos y constantes litros de agua que habían caído sobre él en los últimos días. Así pues, ese trozo les dio la oportunidad de disfrutar de la conducción en grupo a "ritmo"; fluída, fina, casi compenetrada y a una marcha ligera, aunque segura y precavida, pero que permitía ir abriendo antes y en mayor medida el gas a la salida de las curvas e ir hilándolas, una tras otra, de ese modo que siempre hacía que a Lucas se le fuera dibujando una sonrisa debajo del casco y que la tierra dejase de dar vueltas. Los problemas, el paro, la crisis… todo se diluía o simplemente desaparecía durante unos preciosos instantes, la carretera se mostraba como un camino claro y "legible" a seguir y él se sentía como un niño; feliz, bailando con su Hayabusa de curva en curva con un entendimiento entre ambos que no necesitaba de palabras, ni siquiera de pensamientos, sinó de sensaciones y confianza... creo que posiblemente, si eres motero y has tenido la suerte de disfrutar de momentos como ese, hace ya rato que sabes a qué me refiero exactamente. Los kilómetros iban sucediéndose rápidamente de ese modo, hasta que llegó el momento de parar de nuevo a repostar; parada que sus improvisados acompañantes hicieron también y donde le alegró profundamente que las primeras palabras que captasen sus oídos al llegar a la gasolinera, parar ante el surtidor y quitarse el casco fuesen: "¡¡¡hay que ver, tío!!! ¡¡¡un 10 para ti!!! ¡¡¡qué bien me lo he pasado este trozo siguiendo tu rueda!!! ¡¡¡impresionante!!!" No estando seguro de si iban dirigidas hacia él, se giró para comprobarlo, encontrándose por toda respuesta con las caras sonrientes de los otros dos moteros, que le miraban pletóricos…
A Lucas, como a cualquiera, le llegaban los halagos y le gustaba oirlos, pero no era menos cierto que le llenó especialmente ese, sobretodo viniendo de una gente que en realidad casi no conocía, en un momento en que él mismo había sentido lo mismo, y habiendo sido él el cabeza de grupo de una forma completamente fortuita... además, el hecho de ver que le decían sinceramente que lo habían pasado tan bien a pesar de las inclemencias del tiempo y que se habían olvidado de ello para disfrutar del mismo modo que él de esa pasión por la moto, sobretodo siendo al fin y al cabo extraños, le hizo valorar aún más que hubiesen disfrutado juntos, de esa forma tan especial, los últimos kms. Mientras todos ellos echaban combustible, se sucedían los intercambios de impresiones, risas y comentarios de unos a otros... pero tal vez lo más bonito, incluso, era que hasta la acompañante que seguía sentada en el asiento de atrás de la CBR, quien en su primer encuentro les había estado observando con desconcierto, se había hecho todo ese tirón de kms en el asiento de atrás y parecía haber disfrutado tánto o más que ellos, los pilotos, sin muestra alguna de fatiga... incluso ella no sólo no había proferido queja alguna, sinó que no perdía la sonrisa en ningún momento, como contagiada por ese espíritu motero.
A partir de ese punto, al parecer, sus caminos se separaban, de modo que Lucas retomaba su aventura en solitario, acompañado sólo de su Hayabusa, pensativo.
Cuántos momentos como ese le brindaba a menudo esta pasión, cuántas vidas entrecruzadas con un denominador común… qué caracteres, edades, culturas y gustos tan dispares podía llegar a unir ese mundo tan mágico. Sí; lo cierto era que a pesar de las diferencias los moteros eran gente hecha de una pasta especial… ¿o tal vez fuesen todo imaginaciones suyas? Bien era cierto que sus amigos y familiares le repetían constantemente que lo suyo no era normal, que por sus venas corría gasolina… pero era algo más que eso, su corazón era un tetra-cilíndrico… seguramente gran parte de la culpa de ello la tenía la influencia que sobre él había tenido desde pequeño el ver a sus hermanos mayores vistiendo su trajes de cuero a lomos de sus enormes motos, cargadas hasta los topes, que partían con sus novias camino de increíbles aventuras…
Sí, no cabía duda de que eso había sido la semilla de todo, el motivo más directo de que él se interesase al principio por las dos ruedas, habiéndolas idealizado. Pero en realidad la clave de esa pasión por la moto estaba en las increíbles experiencias con que ésta le había obsequiado desde sus primeros pasos moteros, lo cual había nutrido esa semilla y la había hecho florecer con tanta fuerza.
Con esos pensamientos en mente recorrió muchos más kilómetros, hasta que la tercera y última parada del viaje se hizo necesaria.
Ya casi estaba en su destino; las horas habían pasado increíblemente deprisa, como también los kms, y en lugar de sentirse aliviado por la proximidad del final del trayecto, Lucas se sorprendía a si mismo deseando estar más lejos de su objetivo, del que ya apenas le separaban un centenar de kilómetros, para tener más tiempo con su moto...
Una hora después, aproximadamente, llegaba al hotel en que iba a encontrarse con quienes ya se habían convertido en verdaderos amigos y también con conocidos de Internet a los que iba a ver por primera vez y de los que no dudaba que tampoco tardarían en serlo.
Apenas había llegado y aparcado la moto cuando vio salir por la puerta principal a dos de ellos (uno de Galicia y otro de Bilbao) con una gran sonrisa en la cara y los brazos bien abiertos para recibirlo con el mayor y más sincero de los abrazos.
Sí, había llegado. El viaje se le había hecho corto; poco rato antes había deseado que éste hubiese durado más, pero en ese instante se alegraba profundamente de estar ya con sus amigos… ese iba a ser, sin duda, un fin de semana que le iba a dar muchos de esos momentos que ya no se olvidan.
¿Cómo era posible sentir tanta calidez rodeado de esas personas a las que hacía unos meses que no veía?… esa era la fuerza de esos momentos; la magia de ese tiempo robado a la vida cotidiana, el espíritu de ese tiempo para disfrutar de lo más sencillo, un tiempo que desearía poder compartir con su mujer, que no solía poder acompañarle, pero un tiempo también para sí mismo. Un tiempo de Lucas.
LucasTime.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
7 comentarios:
Lucas te vuelvo a repetir y te lo repetiré hasta la saciedad, que cada vez que leo algo escrito por ti se me pone la piel de gallina, y mas si cabe porque en el texto, en todas y cada una de las letras, me siento identificado porque realmente YO estaba alli...
No se que decir... la verdad es que me emociono leyéndolo...
Se ve que tienes una gran pasión por el mundo de la moto, y hay que reconocer que la redacción se te dá muy bien.
Sigue así!
Un abrazo.
Me ha gustado mucho percibir cómo conviertes en especial una vivencia que puede parecer rutinaria, a no ser que comuniques al alma motera esa sencillez en el detalle que nos da vitalidad propia cuando conducimos la moto.
Desde el primer momento en que el compás de espera ya nos prepara para la aventura del día siguiente- esa placentera inquietud con el deseo de que pasen raudas las horas para ponerse en marcha-hasta el abrazo de llegada con los amigos de ruta que se alegran de verte y comparten la felicidad en el reencuentro.
Siempre disfruto tus crónicas, Lucas, y me he deleitado con tus letras por esa capacidad inherente a tu sensibilidad literaria, que nos traslada henchidos de emociones a la querencia de vivenciar y disfrutar esas mismas sensaciones que tan excelentemente relatas.
Un día te dije que eras nuestro cronista oficial y es un privilegio contar con tu gran capacidad para expresar en la grandeza del detalle cotidiano, toda la magia que reverbera en nuestro corazón motero compartiendo tus singulares y hermosas maneras de participarnos este gran mundo que tan maravillosamente describes.
Así que ahí va mi satisfacción por leerte y el convencimiento de que con tu sello personal en la palabra puedes acceder a todo aquello que te propongas; calidad personal es tu registro de marca
Un abrazo
buen trabajo y buen relato, me ha gustado mucho, está escrito con sentimiento.
¡¡ánimo y hecha un curriculum en la vanguardia¡¡ jjajaja
Acabo de leerlo y me he quedado de piedra!!!!
Personalmente me ha encantado y has conseguido que me lo lea entero y a estas horas.... y no solamente eso sino que también has conseguido que esté rodando con vosotros tres, a vuestra rueda....
Yo no puedo realizar un análisis técnico del escrito (yo soy de ciencias) pero como en todo el arte, hay lo que me gusta y lo que no. Has conseguido transmitirme cosas y eso, para mi, es suficiente.
Un saludo.
LUCAS solo decirte "GRACIAS" por compartir este magnifico relato. me serviran de gasolina las horas que me quedan de trabajo. Gracias de nuevo.
Me a encantado, y lo e leido enterito sin saltarme ni un parrafo y te puedo decir que menos en lo de viajar solo que no me gusta nada me siento bastante identificado con todo lo que dices.
Publicar un comentario